terça-feira, 6 de dezembro de 2011

LA FELICIDAD

Frei Jerónimo Bormida
Paseo por la biblia


Los invito a otro paseo, manoseando la Biblia, de atrás para adelante, del medio hacia los costados… Tomando el texto recibido –la Biblia entera y cada una de sus partes- como el que goza de la inspiración y autoría divina. Teniendo en cuenta todos los aportes de la actual ciencia bíblica, pero sin dejar que la erudición impidiese el gozo del encuentro.
Me tomo la licencia de ofrecer una lectura mistagógica, al estilo de los padres. Creo que mis afirmaciones son fundadas, pero prescindo de todo aparato "crítico".
Leemos en el Apocalipsis (21, 1-4),
Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono, «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será su Dios.
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado.»
Dice el Catecismo de la Iglesia católica, n. 1024, En el credo proclamamos la fe en la vida eterna. La llamamos el cielo, que es la realización de todos los deseos humanos. Cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, la dicha suprema y definitiva.
El cielo que deseamos es alegría, goce, gozo, placer, deleite, disfrute. En el cielo nos deleitaremos con el poder disfrutar de Dios. No regocijaremos con la compañía de los seres queridos, compartiremos la dicha de la creación recién nacida.
El cielo es bienaventuranza, es alegre, es divertido. Es la realización del principio-esperanza del hombre, la convergencia final y completa de todos los deseos de ascensión, realización y plenitud del hombre en Dios.
Como simboliza o sintetiza la absoluta realización del hombre en cuanto sacia su sed de infinito, el cielo es simplemente sinónimo de Dios. En el Nuevo Testamento el cielo equivale a Jesucristo Resucitado.
Cuando lleguemos al cielo, entonces seremos hombres, hombres tal como Dios nos quiso desde toda la eternidad, como imagen y semejanza perfecta de él, dice San Ignacio de Antioquia, aludiendo a Gen 1,26. 2
La Vida eterna es la victoria definitiva del amor sobre la muerte, una nueva forma de existencia, la meta del proceso de divinización iniciado en el tiempo por el don del Espíritu.
Cielo es la visión-fruición de Dios y ésta es la divinización del hombre.
Jesús emplea frecuentemente las imágenes del banquete mesiánico y el convite nupcial. (Mt 22,1-10; 25,1-10; Lc 12,35-38; 13,28s; 14,16-24) Dice San Agustín que en ese banquete están todos los justos y santos, que disfrutan del Verbo de Dios.

La Felicidad en la Biblia


Feliz quien cumple la Palabra de Dios


Dios nos pone delante de los ojos tanto la vida y felicidad como la muerte y desgracia. Si optamos por escuchar y guardar la palabra de Dios, si seguimos sus caminos tendremos vida y descendencia y él nos bendecirá en la tierra en la que habitamos. Es el hombre que escoge ser feliz o desgraciado (Dt 30, 9 15).
Si hacemos lo que es bueno y justo a los ojos de Dios seremos felices, nosotros y nuestros hijos (Dt 12, 28). Entonces él nos bendecirá en todas tus cosechas y en todas tus obras, y seremos plenamente felices. Pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia (Dt 16, 15)
Cumplir el mandato de honrar a padre y madre, como lo ha mandado Dios hace que se prolonguen los días de nuestra vida y que esta sea feliz (Dt 5, 16). En resumen, si queremos ser felices hay que hacer lo que es justo y bueno a los ojos del Señor (Dt 6, 18).
Los salmos abundan en esta certeza, Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos. Comerán del trabajo de sus manos será dichoso y todo les irá bien (128)
Será dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, mas se complace en la ley de El Señor, su ley susurra día y noche; todo lo que hace sale bien (1 -3).
A la mujer que le dijo, ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!, Jesús respondió, «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»(Lc 11, 27) 3
Acota Santiago, El que considera atentamente la Ley perfecta de la libertad y se mantiene firme, no como oyente olvidadizo sino como cumplidor de ella, ése, practicándola, será feliz (Sant 1, 25).


Feliz quien confía en el Señor


María fue feliz porque creyó cumplidas las cosas que le fueron dichas de parte del Señor (Lc 1, 45). Lo salmos pueden sintetizarse en un dichoso el hombre que en el Señor pone su confianza (Salm 40, 5). Para el salmista los montes prorrumpen en gritos de alegría, pues El Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.
Para el profeta nunca podemos decir que el Señor nos ha abandonado, el Señor nos ha olvidado. ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido (Is 49, 13).


Feliz quien entra en el reino de Jesús


Jesús comparaba frecuentemente al Reino-Reinado de Dios con un banquete, con una fiesta. Uno de los escuchas exclamó, ¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios! (Lc 14, 15) En el Apocalipsis se llama dichosos a los invitados al banquete de bodas del Cordero. (Ap. 19, 9)
Cuando Dios se la creación de los cielos nuevos y tierra nueva, habrá gozo y regocijo por siempre jamás, sin que se oiga allí jamás lloro ni quejido (Is 65, 17-19). Cuando campee el Espíritu de Dios se implantarán en la tierra amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. En ese Reino no hay ley (Gal 5, 22).


Feliz el que Dios corrige


Es muy cierto que el Señor Dios nos pone a prueba para después hacernos felices (Dt 8, 11). Job exclama en medio de sus tribulaciones, ¡Oh sí, feliz el hombre a quien corrige Dios! ¡No desprecies, pues, la lección de Sadday! El mismo Señor que hiere es el que venda la herida, el que causa la llaga y luego la cura con su mano (Job 5, 17).
¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Dice Santiago. (Sant 1, 12). La corrección es puramente pedagógica, por eso es dichoso el hombre a quien el Señor corriges por así los instruye (Salm 94, 12) 4


Feliz el que ayuda a los pobres


Feliz el hombre que se apiada y presta, y arregla rectamente sus asuntos (Salm 112, 3). ¡Dichoso el que cuida del débil y del pobre! El Señor le guarda, vida y dicha en la tierra le depara, le sostiene El Señor en su lecho de dolor (Salm 41, 2-4).
Estos son los consejos de los sabios,
Hijo, no prives al pobre del sustento, ni dejes en suspenso los ojos suplicantes. No entristezcas al que tiene hambre, no exasperes al hombre en su indigencia…
No apartes del mendigo tus ojos, ni des a nadie ocasión de maldecirte. Pues si maldice en la amargura de su alma, su Hacedor escuchará su imprecación (Sir 4, 1ss).
El único criterio de juicio del hijo del hombre será el cómo han tratado al más pequeños de los hermanos de Jesús, desnudos, hambrientos, enfermos, presos. A los renuentes el juicio es terrible, apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. (Mt 25, 41)


Los infelices


Los impíos, que han abandonado la ley del Altísimo nacieron para la maldición nacéis, cuando mueren heredan la maldición (Sir 41, 8ss). Ellos han merecido su propio mal… al malvado le irá mal, porque machacan a mi pueblo y moléis el rostro de los pobres (Is 3,9ss).
Isaías maldice a los que juntan casa con casa, y anexionan campo a campo, hasta convertirse en los únicos dueños de la tierra (5, 8). Malditos son los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo… los campeones en beber vino, los valientes para escanciar licor, los que absuelven al malo por soborno y quitan al justo su derecho (5, 20).
Triste el destino de los gobernantes que decretan decretos inicuos, que excluyen del juicio a los débiles y atropellan el derecho de los míseros de mi pueblo, haciendo de las viudas su botín, y despojando a los huérfanos (10, 1).
Maldito será el que edifica su casa sin justicia y al obrero nos le paga su trabajo (Jer 22,13). Maldito el que amontona lo que no es suyo, el que gana ganancia inmoral para su casa (Hab 2). El profeta exclama ¿hasta cuándo?
Jesús anuncia males para los ricos, los hartos, los que ahora ríen (Lc 6, 24). No tolera ni a los escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el 5
Reino de Dios. (Mt 23, 13) ni a los legistas, que imponen a los hombres cargas intolerables, y que ellos mismos no tocan ni con uno de sus dedos. Legistas que no entraran al reino ni dejan entrar a los demás (Lc 11, 46)
Conclusión, los malos no tienen suerte, no conocerán la felicidad, a los justos todo les va bien, son felices.


Crisis cuando se caen las certezas


Pero la experiencia nos trae otras certezas
¿Hasta cuándo, Señor, me olvidarás? ¿Por siempre? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro? ¿Hasta cuándo tendré congojas en mi alma, en mi corazón angustia, día y noche? ¿Hasta cuándo triunfará sobre mí mi enemigo? ¡Mira, respóndeme, Señor, Dios mío! ¡Ilumina mis ojos, no me duerma en la muerte, no diga mi enemigo, «¡Le he podido!», no exulten mis adversarios al verme vacilar! Que yo en tu amor confío; en tu salvación mi corazón exulte (Salm 13, 2-6).
Por más que en los salmos siempre queda un resquicio para la certeza, ¡Al Señor cantaré por el bien que me ha hecho! ¡Salmodiaré al nombre de Señor, el Altísimo! Las angustias de la vida hacen que el creyente viva en medio de interrogantes.
¿Hasta cuándo te esconderás, Señor? ¿arderá tu furor por siempre como fuego? ¿Dónde están tus primeros amores, Señor, que juraste a David por tu lealtad?
Acuérdate, Señor, del ultraje de tus siervos, cómo recibo en mi seno todos los dardos de los pueblos; así ultrajan tus enemigos, Señor, así ultrajan las huellas de tu ungido. (Salm 89, 47-53)
El orante suplica al Dios de las venganzas que se haga presente, que de su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo los impíos, Señor, hasta cuándo triunfarán los impíos? Cacarean, dicen insolencias, se pavonean todos los agentes de mal. A tu pueblo, Señor, aplastan, a tu heredad humillan. Matan al forastero y a la viuda, asesinan al huérfano. Los malvados piensas que el Señor no ve ni se da cuenta de sus maldades (Salm 94, 1-10).
Es trágico el grito de Habacuq
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que tú escuches, clamaré a ti, «¡Violencia!» sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y tú miras la opresión? ¡Ante mí rapiña y violencia, querella hay y discordia se suscita! Por eso la ley se desvirtúa, y no aparece el juicio. ¡Sí, el impío asedia al justo, por eso aparece el juicio pervertido! (Hab 1-6) 6
Jeremías, desgraciado profeta de desgracias le pregunta al Señor por qué tienen suerte los malos, y son felices todos los felones? Suplica que los lleve como ovejas al matadero, y que los consagre para el día de la matanza (12, 1-4).
El profeta tiene una misión imposible, la de convencer al pueblo, eufórico ante una posible alianza militar, que el problema está dentro, no fuera. Y le cae muy mal a todos, a pesar de lo cual es mensajero fiel.
Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tu palabra para mí un gozo y alegría de corazón, porque se me llamaba por tu Nombre Señor, Dios Sebaot, pero el mensaje del Señor solo le causa un penar perpetuo, y una herida irremediable. Tanto que el profeta se pregunta Dios no será para él como un espejismo, aguas no verdaderas (Jer 15, 16ss) y llega a maldecir el día en que nació, ¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito! ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo, «Te ha nacido un hijo varón», y le llenó de alegría! (Jer 20, 14ss)
Job se pregunta, ¿Para qué haber salido del seno, a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis días? (Job 3, 1)
Así lo resume magistralmente el Sabio predicador,
Pues bien, un absurdo se da en la tierra, Hay justos a quienes les sucede cual corresponde a las obras de los malos, y malos a quienes sucede cual corresponde a las obras de los buenos. Digo que este es otro absurdo (Qoh 8, 14ss)


Feliz quien goza de la vida


Y yo por mí alabo la alegría, ya que otra cosa buena no existe para el hombre bajo el sol, si no es comer, beber y divertirse; y eso es lo que le acompaña en sus fatigas en los días de vida que Dios le hubiera dado bajo el sol (Qoh 8, 14ss)
La Palabra de Dios también es cierta cuando nos enseña que no hay mayor felicidad para el hombre que comer y beber, y disfrutar en medio de sus fatigas. Para el que cree también esto viene de la mano de Dios, pues quien come y quien bebe, lo tiene de Dios (2, 24).
Ante el absurdo de la existencia el sabio comprende que no hay para el hombre más felicidad que alegrarse y buscar el bienestar en su vida. Así que aconseja que todo hombre coma y beba y disfrute bien en medio de sus fatigas, eso es don de Dios (3, 12).
Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. Cualquier cosa que esté a tu alcance el 7
hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el seol a donde te encaminas (9,7ss).
No entregues tu alma a la tristeza, aconseja el sabio. Echa lejos de ti la tristeza; que la tristeza perdió a muchos, y no hay en ella utilidad. Envidia y malhumor los días acortan, las preocupaciones traen la vejez antes de tiempo. (Sir 30, 21ss).


Jesús-Señor en el monte


El Señor llamó a Moisés desde el monte y Moisés subió hacia Dios (Ex 19, 3). Jesús también sube el monte para encontrarse con el Padre Mt 14,23), pero en el nuevo monte no se excluye a ni a los impuros del pueblo, cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos que van al nuevo monte a recibir la alegría de la salud, los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel. (Mt 15 29-31)
En el monte Jesús no ocupa el lugar de Moisés que conversa con Dios, Jesús se revela como el Señor que conversa con Moisés y Elías (Mt 17, 1-3).
En su primera experiencia de libertad los hijos de Israel acampan frente al monte, en el desierto de Sinaí. Sólo Moisés es llamado por Dios desde el monte y sube hacia Dios, que no desciende sobre el pueblo y se oculta de él. El pueblo tiene vedado el acceso al monte, so pena de muerte, todo aquel que toque el monte morirá.
La epifanía aterroriza al pueblo que se echa a temblar. Todo el monte Sinaí humeaba y retemblaba con violencia, porque El Señor había descendido sobre él.
En el monte el Señor dará a Moisés las tablas de piedra - la ley y los mandamientos - escritos para la instrucción del pueblo. Nadie puede subir, ni hombre, ni oveja ni buey. (Ex 24, 12-18; 34, 1)
Jesús, dador de la nueva ley sube al monte, se sienta como legislador, y hace que sus discípulos se le acerquen. Abre su boca y les enseña las nuevas instrucciones de la nueva ley. Jesús es dueño de "la Palabra" habla en primera persona, siente que ocupa el mismo lugar de El Señor
Los profetas siempre hablan en nombre de El Señor, así dice El Señor, oráculo de El Señor. etc. La expresión así dice El Señor aparece más de 400 veces en el AT. Jesús habla en nombre propio, yo les digo. Y dicta su nueva ley. En lugar de no matar…. no insultar… no solo no adulterar, ni siquiera desear en el corazón, prohíbe jurar, manda amar a los enemigos…. 8


Felices los pobres


Para entender la enseñanza de Jesús sobre que es la felicidad y quiénes son los felices, tenemos que situarnos en el contexto de los profetas.
Los salmos se resumen en esta certeza, Cuando el pobre grita, El Señor oye, y le salva de todas sus angustias (34,7; 34,10; 36,14; 39,18; 40,2; 67,11; 68,30; 68,33; 69,6; 71,2 etc, etc)
Los ancianos y los jefes del pueblo machacan a mi pueblo y muelen el rostro de los pobres (Is 3,14), Is 10,2 excluyen del juicio a los débiles, atropellan el derecho de los míseros de mi pueblo, hacen de las viudas su botín, y despojan a los huérfanos (Is 10,29). Es por eso que los débiles pacerán en mis pastos y los pobres en seguro se acostarán, mientras que hará morir de hambre la posteridad de los gobernantes y matará lo que de ti reste (Is 14,30; cf. Is 24,6; 25,3; 29,19; 41,17; 58,7; 61,1)
El crimen de Sodoma fue el no socorrer al pobre y al indigente (Ez 16,49), y este sigue siendo el crimen de Israel (18,12; 22,29). Amós es violento en su condena a los que venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias (2,7). Los que pisotean al débil no habitarán las mansiones que han construido ni beberán el vino de sus viñedos (5,11).
Los sabios enseñan que no hay que privar al pobre del sustento, ni rechazar al suplicante atribulado, ni apartar el rostro del pobre (Sir 4,1; 4,4; cfr 4,8; 7,32; 10,22; 10,23; 10,30; 13,3, etc, etc)
En la biblia hebrea, ebyôn designa a quien tiene necesidad de ser socorrido. Responde a la categoría social de aquellos a quienes falta lo que es necesario para imponer respeto.
De aquellos que no tienen ni nobleza ni poder, ni instrucción. Consiguientemente son despreciados, explotados, abandonados a la injusticia de quienes poseen tales medios de dominación.
Una de las líneas maestras de los libros santos es que Dios está con ellos, precisamente porque tienen más necesidad de él que los demás. Dios les defiende, les ayuda.
Toda suerte de imágenes evocan esta relación privilegiada de aquellos para quienes Dios es más necesario que a los otros, porque están indefensos.
Toda la oración de los salmos podría resumirse en, un pobre clamó, Dios escuchó.
'anî 'anaw significa pobre, miserable, humilde y es uno de los términos más frecuentes para designar al pobre bíblico. Implica estar en una condición miserable, afligido, oprimido, manso, sumiso, en primer lugar delante de los 9
hombres, consiguientemente delante de Dios. Implica ante todo una actitud interior, un sentido eminentemente espiritual, religioso, el que se humilla ante el Señor.
dal evoca la idea de debilidad, el estar doblado por el peso de la vida, el no poder caminar derecho, con la cabeza erguida; es el delgado, el débil, el desnutrido.
La versión griega del Nuevo Testamento nos ofrece tres palabras claves, pénes es el que trabaja para vivir; ptôjós, el que tiene necesidad de alguien que lo ayude para vivir, de donde la idea de la mendicidad; tapeinós, el que está en estado de aflicción, encorvado bajo el peso de la vida.
En la Biblia Latina se llama pauper, el que produce poco; egens, indigens, aquel a quien le falta algo, el que está en necesidad; inops, el que está en un estado opuesto a la opes, opulencia, abundancia de recursos; mendicus, quien tiene deficiencias físicas, el enfermo, por consecuencia el pobre, el mendigo.
Además los pobres gozan de un rico vocabulario latino, infirmus, debilis, peregrinus, mitis, mansuetus, esuriens, miser….
ptôjós aparece 124 veces en los LXX, El Señor levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de El Señor los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo (1Sm 2,8 1Sam 2,8; 2Sam 22,28).
El libro de Job pone en labios del Señor, yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que no tenía valedor (29,12 Job 29,12), escucha el gemido del débil y oye el clamor de los humildes (34,28). El hace justicia a los pobres (36,6).
„ani en hebreo, práus en griego" apunta más a una actitud interior, el pobre es manso y humilde. Jesús pide que aprendamos de él que es manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). El nuevo tipo de gobernante vendrá manso y montado en un asna y un pollino (Mt 21. 5 cfr. Zac 9,9) Moisés era un hombre muy humilde, más que hombre alguno sobre la haz de la tierra (Mt 21. 5).
Los anawim poseerán la tierra los humildes, y gozarán de inmensa paz (Salm 37,11), cuando Dios se levante para el juicio, para salvar a todos los humildes de la tierra (Salm 76,10). Él dejara en Israel un pueblo humilde y pobre, que se cobijará en el nombre de El Señor (Sof 3,12)
Tapeinós aparece70 veces en los LXX. Significa débil, pequeño, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos (Mt 18, 4). A los grandes lo hizo pequeños y a los pequeños grandes (Lc 1, 52). 10
El hermano pequeño será grande y el rico será empequeñeceráSant 1, 9) Dios da su gracia a los pequeñosSant 4, 6) El reino de Dios, la tierra prometida será de los pobres, de los mansos, los perseguidos. No entrarán en posesión de tierra por sus propios méritos, sino porque Dios cumple la palabra que juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob (Dt 9,4). No es por la justicia de pobres y mansos por lo que El Señor Dios les dará en posesión esa tierra buena, porque también ello son un pueblo de dura cerviz (Dt 9,6). En la tierra de la promesa no debería haber ningún pobre, pero si lo hay nadie tiene derecho a endurecer el corazón ni a cerrar su mano a tu hermano pobre (Dt 15,4.7). Ha de buscar justicia, sólo justicia si quiere vivir y poseer la tierra que El Señor tu Dios le ha dado, (Dt 16,20).


Bienaventuranzas en Mateo


En su proclamación de las nuevas felicidades del nuevo Reino Jesús encuadra sus felicidades en la menorah, candelabro de los siete brazos (Mt 5, 3-12).
En la base del candelabro ponemos Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
En la vela del medio ponemos la conclusión, que repite "reino de los cielos", Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Después vamos colocando en cada una de las velas el resto de las bienaventuranzas, Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra, Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados; Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados; Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia; Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios; Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 11
No son felices porque son pobres de espíritu, perseguidos por causa de la justicia, mansos, hacedores de paz, llorones, limpios de corazón, hambrientos y sedientos de la justicia, misericordiosos. Son felices porque de ellos es el Reino de los Cielos, porque poseerán en herencia la tierra, serán llamados hijos de Dios, serán consolados, verán a Dios, serán saciados y alcanzarán misericordia
En la base y en el eje del candelabro la palabra clave, que funciona como inclusión, es la del Reino de Dios, o de los cielos como prefiere Marcos. Recordemos que los cielos es un circunloquio para no mencionar el nombre sagrado. El Reino les pertenece a los pobres y a los perseguidos. Quedan excluidos los ricos y los perseguidores.
Si vamos abinando los brazos del candelabro, como vemos en la imagen, los mansos son los que trabajan por la paz. Como hijos de Dios son herederos de la tierra.
Los que lloran por sus ojos reflejan lo que ven los que tienen limpio el corazón, serán consolados en la contemplación del rostro de Dios.
Los hambrientos y sedientos de justicia capaces de ser justos con la misericordia de Dios serán saciados experimentando su misericordia.
En Lucas tenemos que hablar del sermón del valle, porque Jesús –el que habla en nombre propio, el que dicta la Ley nueva- baja del monte y habla con el pueblo, al mismo nivel del pueblo.

Felices y infelices


Para Lucas son felices los que ahora son pobres, lloran y tienen hambre. Son infelices los que ahora son ricos, ríen y están hartos
La felicidad se encuentra cuando el discípulo es expulsado, injuriado, odiado, proscrito por causa del Hijo del hombre. Ese día el discípulo debe alegrarse y saltar de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. No se debe olvidar que de ese modo trataban a los profetas. Todo el mundo habla bien de los falsos profetas. 12


La felicidad verdadera y la falsa


Benedicto XVI, en su primer tomo sobre Jesús, dice que Francisco de Asís
entendió la promesa de esta bienaventuranza en su máxima radicalidad… Esta humildad extrema era para Francisco sobre todo libertad para servir y significaba un correctivo para la Iglesia de su tiempo, que con el sistema feudal había perdido la libertad y el dinamismo del impulso misionero… Francisco no tenía intención de fundar ninguna orden religiosa, sino simplemente reunir de nuevo al pueblo de Dios para escuchar la Palabra sin que los comentarios eruditos quitaran rigor a la llamada.
Situándose fuera del sistema burgués de su tiempo, lo que el mismo califica como salir del mundo, Francisco de Asís se encuentra con los pobres y marginados que están fuera del sistema, creando una alternativa de una sociedad nueva y una Iglesia evangélica. Y descubriendo así el camino de la verdadera alegría, su misterio: no está allí donde parece que estuviera, las apariencias y falsedades del sistema, sino más allá o fuera de él.
En sus Alabanzas al Dios altísimo Francisco de Asís llama Dios el amor, la caridad, la sabiduría, la humildad, la paciencia, la hermosura, mansedumbre; la seguridad, la quietud, el gozo, la esperanza y alegría, la justicia, la templanza. El Altísimo es la única riqueza capaz de saciar al ser humano. El grande y admirable Señor, omnipotente Dios, misericordioso salvador es toda nuestra dulzura, tú eres nuestra vida eterna.
Sería interesante emprender una relectura crítica del proceso de conversión de san Francisco, la cual es contada dentro del clásico esquema del "salir del mundo". Francisco comienza a comportarse como un enamorado y promete desposarse con la mujer más noble y bella jamás conocida... destacada entre todas por su sabiduría. Celano comenta candorosamente que esta mujer es la inmaculada esposa de Dios, la Iglesia, a la cual la llama Dama pobreza. La Esposa de Dios se ha distanciado de la iglesia-sociedad para convertirse en la compañera de Francisco y de los suyos. En el plan narrativo de Celano la Orden aparece pensada y fundada como una propuesta alternativa de la Iglesia-Sociedad.
Tomemos el relato de la Leyenda Mayor de San Buenaventura. Durante el proceso de conversión Francisco se dirige a Roma, "al sepulcro del apóstol Pedro". Sufre un impacto tremendo. Ve una iglesia romana que engendra pobres y que los vomita a sus mismas puertas: los pobres no están dentro de la Iglesia. Francisco sale de la iglesia y se mimetiza con los desposeídos, los que están fuera del sistema-iglesia, pero dentro del sistema-Dios. 13
En este relato encontramos claramente algunas de las propuestas originarias del movimiento primitivo. Si queremos cambiar la sociedad-iglesia, basada en el dinero, en la apariencia, en el poder, no tenemos más remedio que abandonar sus estructuras y vivirla desde abajo, con y como los pobres que están fuera, a sus mismas puertas. Hay que comenzar por ver la iglesia-sociedad con los ojos de los vomitados (LM. 1-6 y paralelos). Francisco se suma al intento de los movimientos pauperísticos medievales que sueñan con construir otra sociedad, otra iglesia, otra política, capaces de ser alternativas reales para sus contemporáneos.
En el dictado de la verdadera alegría Francisco no ve la felicidad que promete Jesús en el evangelio en la conversión de los grandes de la tierra, tanto políticos como militares. Como se es feliz porque los grandes intelectuales se hagan frailes ni que los hermanos hayan convertido a todos los infieles, no que el mismo Francisco elimine la enfermedad de la tierra.
Francisco rehace el viaje de su vida, desde Perusa, donde todo comenzó con su derrota y su prisión, hasta Santa María de los Ángeles donde ve su proyecto realizado. En el presente no hay muchos motivos de gozo: noche avanzada, tiempo de invierno, todo está embarrado y el frío es tan grande, que en los bordes de la túnica se forman carámbanos de agua fría congelada, que hacen heridas en las piernas hasta brotar sangre de las mismas.
Embarrado, helado y aterido, llega a Santa María convertida en un monasterio: hay puerta, horarios de entrada y porteros. El diálogo entre el fundador del movimiento y el portero es sin desperdicio:
Dice el portero -¿Quién es?
Yo respondo: -El hermano Francisco.
Y él dice: -Largo de aquí. No es hora decente para andar de camino. Aquí no entras.
Y, al insistir yo de nuevo, contesta:
-Largo de aquí. Tú eres un simple y un paleto. Ya no vas a venir con nosotros. Nosotros somos tantos y tales, que no te necesitamos.
Y yo vuelvo a la puerta y digo:
-Por amor de Dios, acogedme por esta noche.
Y él responde: -No me da la gana.
Vete al lugar de los crucíferos y pide allí. 14
Te digo: si he tenido paciencia y no he perdido la calma en esto está la verdadera alegría, y también la verdadera virtud y el bien del alma.
El portero-guardián del sistema no reconoce a Francisco como a uno de los de dentro. Francisco se colocó voluntariamente fuera. No es decente andar infringiendo reglas, las que fuere. El sistema es estable y tiene sus normas. Francisco es vagabundo y no tiene ni siquiera horarios.
En segundo término aparece el peligro de la herejía. Entre los pobres, vagabundos, ignorantes, simples, rústicos, idiotas, están los herejes. Y tanto los herejes como aquellos que se les parecen demasiado no tienen cabida ni en la sociedad, ni en la iglesia... ni en la Orden que se integró al sistema. El portero resume todas las prevenciones del sistema ante las nuevas propuestas de los movimientos pauperísticos.
Pongamos el relato en un cuadrado semiótico:
es alegría ALEGRIA VERDADERA parece alegría TRISTEZA VERDADERA permanecer calmos cuando somos rechazados por el sistema dominante y sin emplear la política del sistema para forzar las puertas del sistema; la verdadera alegría es estar, situarse más allá de "este" sistema de "esta" política estar integrados al sistema, en cualquiera de sus coordenadas: políticas (rey de...) religiosas (prelados...) culturales (maestros...) éticas (conversión...) o bien luchar empleando los medios intrasistémicos para lograr la integración al sistema o su reforma ser expulsados del sistema dominante o abandonar libremente el sistema y su política ser bien recibidos por el sistema o perder la calma, luchar para integrarse FALSA TRISTEZA no parece alegría FALSA ALEGRIA no es alegría
El texto es casi una cita-sumario de toda la argumentación de los integrados al sistema. Tendríamos que remitirnos a san Bernardo y otros documentos de la época. El portero dice a Francisco que ellos no quieren ni ser ni parecer 15
herejes-subversivos. Después de las incertidumbres y errores de los primeros tiempos, nuestra Orden está en orden.
En la tercera respuesta aparece el rechazo total. Es casi como un remitir a los orígenes. El portero-guardián define a Francisco como leproso y lo manda al leprosorio de los crucíferos. Allí, probablemente, los estigmatizados de la sociedad recibirán gustosamente al estigmatizado por Dios.
El archicitado texto de Celano, "comencemos hermanos, que hasta el presente poco o nada hemos hecho" es leído siempre fuera del contexto que llama la atención sobre hermanos que buscan prelacías, sobre Francisco que se nota integrado al sistema y que añora volver a servir a los leprosos para ser nuevamente despreciado como ellos (1 Cel. 103). Según Celano, Francisco constata que hasta el momento poco o nada alternativo han resultado ser en la sociedad. Los hermanos y la Orden están totalmente integrados al sistema dominante y que hay que comenzar de nuevo. Tal es el sentido de la tercera respuesta del portero de la verdadera alegría.
La perfecta alegría consiste en no perder la calma. Dado que el objetivo no es ni estar dentro, ni usar de las políticas intrasistémicas para forzar la puerta del ingreso. Francisco podrá perder la calma e intentar el uso de la fuerza o de la autoridad. En ese instante hubiera claudicado frente al sistema. Hubiera sido reabsorbido y hasta podría haber experimentado una alegría falsa por la victoria obtenida.
Termino este paseo con un texto de la Regla franciscana:
Dondequiera que estén o en cualquier lugar en que se encuentren unos con otros, los hermanos deben tratarse espiritual y amorosamente y honrarse mutuamente sin murmuración. Y guárdense de mostrarse tristes exteriormente o hipócritamente ceñudos; muéstrense, más bien, gozosos en el Señor y alegres y debidamente agradables

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